BIKEPAKING EN EL SAHARA
Es de noche y estamos sentados delante de la tienda de campaña. Nos encontramos en medio de la desértica zona montañosa del Jebel Igouraz, al sur de Ouarzarzate, en pleno corazón de Marruecos. Sobre nosotros un cielo enorme y profundo, nos vigila lleno de estrellas. Es imposible sustraerse a su potente magnetismo.
HORIZONTES DORADOS
bajo millones de estrellas
DIA 1: CUANDO UN SOL REPENTINO TE MACHACA
El sudor se desliza por mi rostro. El sol quema, el viento es frío. Estamos en diciembre, invierno en Marruecos. Detrás de nosotros, rojizas y cubiertas de nieve, se alzan las impresionantes montañas del Alto Atlas.
Salimos de Ouarzate esta mañana temprano y nos disponemos a comenzar la primera parte de la ruta. Atravesaremos la árida y desierta zona del Jebel Igouraz. Más de 70 km hasta el próximo lugar habitado.
Un fascinante y ancestral paisaje de zonas áridas, empinadas montañas y ríos secos repletos de rocas. Hemos cargado más de 20 litros de agua en la bicis, pero no podemos evitar que nos preocupe si se nos acaba.
Los días son cortos. A última hora de la tarde estamos ya cansados. Cuando se pone el sol, el horizonte se tiñe de bellos colores. Hora de montar el campamento. Estamos deshidratados y quemados por el sol, cansados y ya muy sucios.
Millones de estrellas y un suave viento frío nos acunan por la noche ...
Tenemos agua, pero no podemos evitar que nos preocupe el que se nos acabe.
DIA 2: CUANDO TIEMPO Y ESPACIO PARECEN NO MOVERSE
En pie a las 6.30 de la mañana. Es todavía oscuro y estamos agarrotados después de 10 horas en el saco de dormir. Las noches son muy largas en Diciembre. Oscuridad y viento. Desde el fondo del saco de dormir, Anne Maria asoma su cara adormecida con el pelo totalmente revuelto ...
Hay que ponerse en marcha, desayunar y empaquetar todas las cosas.
Pedalear temprano en la mañana es una delicia, el cuerpo está relajado y el horizonte lleno de hermosas promesas ... Pasados los primeros kilómetros, bellas montañas de color rojo aparecen en el horizonte. El olor del viento, la soledad y el cielo azul nos hipnotizan. Es como estar miles o tal vez millones de años atrás en el tiempo.
Las horas pasan rápidas, al mediodía la temperatura sube y debe estar cercana a los 30 grados, ¿cómo será aquí en verano? El arte de viajar es adaptarse al terreno y las circunstancias siendo el objetivo el viaje en si.
¿Tendremos suficiente agua y comida?
El recorrido se vuelve más exigente, muy rocoso con algunas duras pendientes. Las últimas horas son agotadoras. En una cuesta interminable tenemos que empujar las bicis. Colores naranja y canela en un cielo azul intenso. Más tarde, ya sentados frente a la tienda, el paisaje nos sorprende con un hermoso atardecer.
Somos las personas más afortunadas del mundo ...
DÍA 3: LA GENTE EN EL CAMINO DULDIFICA TU CORAZON
Con frío y viento nos preparamos para un nuevo día. Unos kilómetros más adelante dejamos ésta zona desértica. 60 kilómetros por una ardiente y solitaria carretera de deteriorado asfalto, nos llevarán hasta las inhóspitas montañas del Jebel Hassel. En 3 ó 4 días puede que estemos en Zagora.
Es importante recargar agua. A partir de mañana y durante 85 km no habrá nada.
Hace mucho calor, pero al mismo tiempo una helada brisa nos acaricia. Es la receta perfecta para enfermar.
Después de unas horas llegamos a un grupo de casas polvorientas donde esperamos encontrar agua. Nos recibe una mujer en una casa de barro. Pronto entiende que es lo que necesitamos. De pronto aparece gente con botellas de toda clase de marcas y colores. En un santiamén tenemos 20 litros del maravilloso líquido. Todos se aglomeran alrededor nuestro y nos observan con curiosidad. Después la mujer sale de la cocina con un humeante tajín mientras unos niños sacan 3 diminutos taburetes, una mesa baja y redonda y plantan tajin en ella. Nos indican con señas que... ¡ahora hay que comer! Así que aquí estamos sentados, rodeados por medio pueblo, comiendo el tajin con los dedos, junto con el hombre que parece ser el padre de la familia.
Intentamos pagar pero se niegan a aceptar nada. Llevándose la mano al pecho nos dan a entender que es un honor para ellos. Pero es evidente que nos hemos zampado su comida.
El mundo está lleno de grandes corazones ...
Nosotros, con el corazón y el estómago tres veces más grandes, abandonamos más tarde el pueblo entre cálidas despedidas y sonrisas, no sin darles unas cuantas barritas energéticas en un sincero intento de mostrarles nuestro agradecimiento.
Los siguientes kilómetros son empinados y grandes gotas de sudor rezumantes de grasa del tajín, se deslizan por nuestras sucias caras.
Al anochecer abandonamos por fin el deteriorado asfalto y tras unos 4 km por una polvorienta pista, acampamos en una reseca llanura al pie de las mágicas montañas Jebel Hassel.
¿Qué sorpresas nos depararán estos riscos en los días venideros? ...
Intentamos pagar pero se niegan a aceptar nada. Llevándose la mano al pecho nos dan a entender que es un honor para ellos. Pero es evidente que nos hemos comido su cena.
DÍA 4: MACHACADOS Y REBOTANDO
Nueva etapa con desenlace incierto. Más de 80 kilómetros a través del inhóspito Jebel Hassel. Una exigua pista entre escarpadas montañas. Ni un solo pueblo o posibilidad de encontrar agua.
Nos ponemos en marcha y pronto alcanzamos un último pequeño grupo de casas de barro donde rellenamos las botellas con el preciado líquido. Tenemos suficiente como para 3 días, pero si la ruta es más exigente de lo previsto, podemos tener problemas y eso nos causa inquietud.
Pensamientos inciertos mientras un enorme cielo azul parece vigilarnos desde lo alto.
Unas pocas horas más tarde alcanzamos la cima de un collado que nos va a conducir a través de un desfiladero, hasta el mismo corazón de estas áridas montañas.
El descenso sobre una superficie inestable y rocosa requiere concentración. Las fatbikes están aquí en su perfecto elemento. Durante unos kilómetros disfrutamos del gradual descenso.
El polvo nos envuelve y los kilómetros se hacen eternos. El sol nos castiga sin piedad.
La ruta transcurre por un río seco lleno de rocas sueltas que se nos hace interminable. Es muy exigente y nos pone realmente a prueba. Cuando finalmente el desfiladero se abre, la vida vuelve a ser bella y sonreímos polvorientos y cansados. Descansamos un rato mientras disfrutamos en silencio de la magia de este misterioso lugar. Una suave brisa parece susurrar palabras tranquilizadoras en nuestros oidos. Nos sentimos protegidos, estando donde debemos de estar. Todo se halla en perfecto y frágil equilibrio. Sin palabras nos preguntamos si es tal vez necesario atravesar un infierno para alcanzar este estado de paz y armonía.
Por la noche admiramos enmudecidos un enorme cielo repleto de estrellas ... Hoy es Nochebuena. Sentimos gratitud y una profunda paz por estar donde estamos y por lo que vivimos y se nos ha dado ... Es sin duda el mejor regalo de Navidad que podríamos recibir ...
Hoy es Nochebuena. Sentimos gratitud y una profunda paz por estar donde estamos y por lo que vivimos y se nos ha dado... Es sin duda el mejor regalo de Navidad que podríamos recibir ...
DIA 5: DESCENSO A LAS LLANURAS DE ZAGORA
Día de Navidad. Empezamos a notar el cansnacio acumulado. Por ello hemos decidido que, en cuanto lleguemos a Zagora, nos tomaremos un día de descanso.
Por la mañana el aire está lleno de alegría, todo está limpio e inmaculado y el cansancio se olvida pronto.
La pista sigue estando plagada de cuestas. Sudando, atravesamos innumerables "oueds", ríos secos llenos de rocas sueltas, seguidos de empinadas colinas ... ¿Son esto "vacaciones"? A menudo se asemeja más a trabajos forzados! Por no hablar del creciente dolor en el culo ... Pero inexplicablemente sentimos una porfunda pasión por todo esto. Sin duda la mente funciona de exrañas maneras. No es fácil de comprender ...
Seguimos avanzando.
Después de unas horas, el valle se abre. A lo lejos, en medio de la calima, adivinamos las primeras dunas del Sahara y la silueta de Zagora. Los últimos 15 km se hacen interminables, la ciudad parece retroceder. Las malditas moscas se cuelan contínuamente entre las gafas, los ojos y la boca ...
Finalmente entramos en esta legendaria ciudad que fué siempre paso obligado de las caravanas de camellos que atravesaben el Sahara camino de Timbuktú.
Finalmente vamos a poder descansar. La perspectiva de un día de descanso se nos antoja como un sueño ...
DÍA 6: RECARGANDONOS EN ZAGORA
Tras varios días viviendo en plena naturaleza sin apenas ninguna comodidad, no hay nada mejor que tomar una ducha caliente y acostarse en una cama suave. Pasamos el día paseando por las exóticas y ruidosas calles de Zagora. También lavamos la maloliente ropa.
Por la noche hablamos con Rashid, un simpático joven marroquí con "diarrea bucal". La charla es interesante, conoce mucho de la historia y tradiciones de Marruecos, al mismo tiempo que muestra un gran interés por el hachís y lia porro tras porro. Nos cuenta sus anhelos de casarse con su novia italiana y tener nada más y nada menos que dos pares de gemelas!! Nos reímos y sospechamos que el hachís es de óptimas calidad y le está haciendo buen efecto bajo su turbante ...
Antes de cenar preparamos las bicicletas para la nueva etapa por el desierto del Sahara.
Por la noche nos dormimos arullados por las llamadas a la oración de los muecines ...
DÍA 7: APROXIMANDONOS AL DESIERTO
Mañana pristina. Suave brisa y el relajante ruuum- ruuum de las fatbikes. Momentos llenos de alegría y significado. Pedaleamos durante 30 kms hacia unos recortados montes que se elevan oscuros en el horizonte. Son la última barrera antes del desierto. Una larga y empinada cuesta nos deposita en la cima de un estrecho paso de montaña. Después, otros 30 kms por una sinuosa carretera, nos llevarán hasta el adormilado y polvoriento pueblo de Tagounite. Ya lo vislumbramos a lo lejos entre brumas. Es la última población antes del inmenso Sahara.
Un todoterreno se detiene a nuestro lado y dos locales nos advierten que la ruta después de Tagounite es imposible con las bicicletas: "¡ce n'est pas possible! ¡Beaucoup de sable et de rochers!", ¡no es posible! ¡Mucha arena y rocas! ...
Encontramos un albergue destartalado y lleno de encanto compuesto de pequeñas chozas de barro entre polvorientas palmeras. Comemos una buena sopa seguida de un delicioso tajín y caemos como piedras en las duras camas.
Mañana entramos en el Sahara ...
DÍA 8: EN RUTA HACIA EL SAHARA
Compramos 6 enormes naranjas, unos deliciosos pepinos y tomates y 20 litros de agua. Estamos listos.
Un sendero rocoso serpentea entre acacias a lo largo de una cadena montañosa de hermosas formas. Estamos alegres de volver a dejar la civilización, pero las dudas nos asaltan ... ¿saldrá todo bien?. Hay más de 230 kms hasta el siguiente lugar habitado. En cualquier caso sabemos que los nómadas deambulan por el desierto en caso de percance ...
Tras los primeros 12 kilómetros, un angosto desfiladero rodeado de rocas de aspecto milenario, nos abre paso al ... INFINITO. Es el desierto del SAHARA, una palabra mágica, el desierto cálido más grande del mundo. Un enorme silencio y quietud nos envuelve. Viento y sol. Entramos con humildad y respeto, casi como si fuese un lugar sagrado ...
La pista es ahora pura tortura, solo rocas y arena. Los antebrazos, las muñecas y las nalgas duelen.
Continuamos hora tras hora bajo el achicharrante sol y refrigerados a la vez por un fuerte viento. A última hora de la tarde la pista se hace algo más fácil, pero el viento es fuerte y estamos cansados.
Finalmente cuando el sol está cerca del horizonte, buscamos un lugar donde pasar la noche. Encontramos una acacia solitaria en medio de ésta NADA. Reforzamos la tienda contra el fuerte viento. El sitio es precioso. Soledad, viento y arena dorada, se combinan con un sol que acaricia ya el horizonte componiendo una atmósfera irreal ...
Nos envuelve el hechizo del desierto ...
Soledad, viento y arena dorada, se combinan con un sol que acaricia ya el horizonte componiendo una atmósfera irreal ...
DÍA 9: EL HORIZONTE INALCANZABLE
Por la mañana hace bastante frío y el viento es fuerte. El terreno parece llano, pero la pista es muy rocosa y sube y baja contínuamente, plagada de las malditas formaciones llamadas "Wahsboards" ("tablas de lavar"), autentica maldición para los ciclistas y en las que que botamos y rebotamos continuamente. Unas horas después la ruta gira a la derecha entre dos cerros.
Estamos cansados y tengo dolor de garganta. No es de extrañar con tanto calor combinado con viento frío. No es muy agradable enfermar aquí, pero no puedo hacer nada ...
Por la tarde vemos una tienda de pieles oscuras. Tres figuras nos observan mientras nos acercamos. Algunas cabras balan suavemente mientras que pastan a su alrededor. Son nómadas, una mujer con sus dos hijos. No hablan francés, ni nosotros hablamos bereber, así que por señas les explicamos que necesitamos agua. Sacan una gran botella de plástico con la que rellenamos nuestras botellas. Cuando estamos listos para partir, no podemos evitar reír sorprendidos cuando la mujer, sin una pizca de vergüenza, le pide por signos a Anne Maria que le de sus botas ... ¿piensa acaso que puede viajar descalza? Le doy mis Crooks a cambio de que me deje fotografiarla ... Asiente pero después de la transacción se tapa la cara para que me sea imposible sacarle ninguna foto ... Estoy decepcionado y me siento estafado, pero no insisto ...
Pronto será de noche. Estamos muy cansados y con muchas ganas de encontrar un lugar para montar el campamento. Unos kilómetros más adelante, de nuevo bajo una preciosa acacia, encontramos un lugar ideal ...
Montamos la tienda y hacemos fuego para preparar la cena.
Sentados frente a la hoguera comemos mientras asistimos como embobados, al espectáculo del sol ocultándose tras el horizonte en una sinfonía de increibles colores ...
DÍA 10: FIEBRE Y MOSCAS
Anoche tuve pesadillas, sueños extraños y temblores. Me siento enfermo, tengo dolor de garganta y fiebre. Me tomo un par de paracetamoles y preparamos el desayuno.
Viento frío, luego calor con moscas incordiantes y un lejano horizonte al que nunca llegamos. Mi estado mental no es bueno. A las pocas horas avistamos una pequeña aldea de casas de barro que apenas se distingen del entorno. Vemos figuras de gente aquí y allá, pero no paramos ...
Seguimos bajo el viento frío y el ardiente sol, con dolor de garganta, con alegría y tristeza y con sueños que vuelan hacia el cielo. Por la tarde entramos en una zona que podría se cualquier lugar en América del Norte. No nos hubiese sorprendido si hubiesen aparecido unos indios a caballo ... ¿será la fiebre?
La ruta no es fácil, pero para ganar estos preciosos recuerdos hay que pagar un precio ... Al atardecer encontramos un hermoso lugar con arena suave y deliciosa rodeando una acacia. Montamos el campameto. Va a ser posiblemente nuestra última noche en el desierto.
¿Estamos tristes por ello? No y si ... NO, porque estamos muy cansados, sucios, apestosos y extrañando una cama cómoda ... Los traseros nos duelen, los antebrazos también, incluso el alma nos duele. Estamos hartos de la continua tortura de las jodidas moscas ... Pero a la vez también SI, porque nos entristece y sabemos que desde el momento en que volvamos a nuestra vida normal, añoraremos tanto todo esto, que casi sentiremos dolor físico ... Aquí el simple hecho de sencillamente "vivir" es tan intenso que engancha ... La magia del desierto te atrapa y a nadie deja indiferente ...
Por la noche tiemblo con frío y fiebre. Anne Maria me cuida con conmovedora ternura ...
Por la noche tiemblo con frío y fiebre. Anne Maria me cuida con conmovedora ternura.
DÍA 11: FOUM ZGUID
El mundo vuelve a abrir sus grandes y bellos ojos un día más. La fiebre persiste, otra noche de temblores y pesadillas. Estamos sucios, pegajosos, olemos mal y estamos cansados, pero para esto hemos venido, así que nadie se queja aquí.
Una vez más pedaleamos en las bicis desde muy temprano en la mañana. En unas horas esperamos ver a lo lejos el pueblo de Foum Zguid. Con el movimiento, casi me olvido de la fiebre pero me faltan fuerzas. El camino es pesado, botamos y rebotamos continuamente. Las insoportables moscas tampoco faltan ...
Sin embargo la magia y el hechizo de estos lugares compensan sobradamente las penurias que exigen para estar aquí de la manera que estamos ... Pero no es gratis ...
Encajado entre dos agrestes montañas de color marrón rojizo, Foum Zguid aparece finalmente en el horizonte brumoso.
Unas horas más tarde pasamos bajo su arco de entrada. Ahora tan solo soñamos con unas enormes hamburguesas y un plato gigante lleno de grasientas patatas fritas.
Cualquiera otra cosa no significa nada más ...
EPILOGO:
"Con el tiempo, no quedará nada que testifique nuestro deambular por el desierto. Poco a poco, nuestras casi imperceptibles huellas desaparecerán por completo y todo seguirá su eterno curso a través del tiempo.
No fuímos nada, tan solo una anécdota imperceptible.
Pero los recuerdos que el desierto ha dejado en nosotros, permanecerán grabados en nuestras corazones para siempre..."